Empresa

Tres generaciones para un mismo objetivo:
cuidar de lo ajeno como si fuera propio

Quiénes somos

Después de 70 años creando ciudad, Basmi Finques se mantiene firme en su voluntad de ofrecer un servicio profesional a sus clientes. No sólo nos avala una larga trayectoria, sino el deseo de mantenernos al lado de aquellos que confían en nosotros. Esto requiere confidencialidad, una cualidad difícil de encontrar en tiempos digitales en los que la información se mueve a menudo sin mucho control.

Es por ello que tratamos cada asunto, cada caso, como si se tratara de algo propio; con el respeto que nos merece la confianza que cada propietario, cada inquilino, depositada en nosotros.Gestionamos una cartera de más de 800 pisos. Esto requiere organización, responsabilidad y compromiso.

¿Cómo se consigue llegar a todo? Eficacia y honestidad. A nadie le gustan las esperas, ni tener la sensación de que no hay nadie al otro lado del teléfono o del correo electrónico. Es por ello que nuestra prioridad es el trato personalizado, porque cada persona tiene unas necesidades y unas pretensiones que exigen de nosotros una respuesta tan inmediata como clara. Sin trampas, sin promesas imposibles. La sinceridad es nuestra vía hacia la solución justa y exitosa de todas las gestiones que se nos presentan.

"El resultado de un negocio es un cliente satisfecho"

Peter Drucker, abogado y padre del "Management"

Nuestra historia

Para tener confianza en una persona, primero es preciso fiarle algo de valor, ya sea un secreto, una confesión o un bien económico o sentimental. Afirmar esto es una absoluta obviedad, pero fue así como nació Basmi, de la conjunción de familias con necesidad de mantener a buen recaudo sus pertenencias y el compromiso de un empleado de banca que trató y mimó esas posesiones ajenas como si fueran propias. 

Ignasi Bassas i Puig decidió abandonar su confortable puesto como empleado de la Banca Arnús a finales de los años 40. La entidad fue absorbida por el Banco Central, y la plantilla tuvo la oportunidad de decidir si seguía en el barco o emprendía otros caminos. Eran tiempos de estrecheces de postguerra, así que fueron pocos los que buscaron sendas alejadas de la seguridad laboral. Ese fue el caso de Ignacio Bassas i Puig, un padre de familia que tenía sólidas razones para salirse del guión. 

Antes de 1936, Ignasi Bassas i Puig trabajaba en el Banco Hispano Colonial, situado en el edificio que hoy ocupa el Museo de Cera, en la parte baja de la Rambla de Barcelona. Se encargaba de custodiar y gestionar unas pequeñas cajas situadas en el sótano en las que los clientes más distinguidos guardaban todo tipo de objetos de valor (joyas, escrituras, planos...). Con el tiempo, y con la actitud propia de alguien que sabe guardar el secreto profesional y que trata cada caso con el respeto que merece, se ganó la confianza de esas familias. Durante la Guerra Civil, entre 1936 y 1939, los depósitos fueron saquedos. Bassas i Puig, con la inestimable ayuda de su primo Miquel Bassas i Faraudo, pasó los primeros meses del franquismo tratando de recuperar el contenido de aquellas cajas, que se habían convertido en una responsabilidad que trascendía a cualquier nómina que pudiera percibir por su cuidado. Gracias a su memoria y a su capacidad de seguir buscando cuando la esperanza dictaba todo lo contrario, logró llenar buena parte de aquellos pequeños depósitos. Sobra decir que los beneficiarios reconocieron su esfuerzo, hasta el punto de que le empezaron a ceder la gestión de su patrimonio mobiliario e inmobiliario. 

Hasta 1948, Ignasi Bassas i Puig compatibilizó su trabajo en la Banca Arnús, por las mañanas, con la gestión de bienes que numerosas familias ponían en sus manos y que administraba por las tardes. Fue así como llegó la negativa a seguir en el sector financiero para dedicarse íntegramente a cuidar los valores ajenos de clientes que requerían de una persona de la que se pudieran fiar.

65 años después, BASMI mantiene intacta la esencia de aquella valiente decisión. Primero fue el hijo, Josep Ramon Bassas i Miquel, quien se hizo cargo del negocio tras aprender desde la adolescencia las artes de una profesión basada en la confianza, la empatía, la responsabilidad y la capacidad de gestión. Hoy son los nietos de Ignasi Bassas i Puig quienes mantienen vivo ese espíritu. Tres generaciones para un mismo objetivo: cuidar de lo ajeno como si fuera propio.